Desde que pude ver claramente, cuando me pusieron mis primeros lentes a los seis años, fui fanático de los superhéroes. El poder que siempre quería tener era viajar en el tiempo, y esta vez puedo decir que mi poder se hizo realidad: La Habana fue exactamente eso, un viaje en el tiempo donde dejé de ser yo y pude conocer un Maeno que nunca había visto. Mis ganas de aprender, preguntar y conocer siempre han estado bien desarrolladas, pero La Habana me agarró, me picó un ojo y ella sola me respondió.
Para los que me conocen saben que amo la magia de lo antiguo, la belleza de lo raro y la personalidad de lo rústico, pero como odio pasar trabajo es algo que me gusta ver desde una sala de cine o montado en un carro con aire. Pues les cuento, La Habana me domó. Pocas semanas de preparación con unos días de improvisación y muchos minutos de incertidumbre hicieron un viaje inolvidable, donde las expectativas rompieron su termómetro y ahí dije: “Lo mío es viajar y tú, La Habana, deberías ir a todas partes del mundo conmigo».
Aquí les cuento los lugares, las experiencias y la magia que vivimos por cuatro noches, donde ni la tormenta Erika pudo arruinar mi Habana.
La Habana Vieja
Si el vino se pone mas bueno con los años, Habana, ¡tú debiste haber nacido vieja! Es perderte en un mundo donde la decadencia tiene una magia especial, es darte cuenta que las arrugas en la cara no quieren decir que la belleza no existe y mucho menos darte cuenta de lo bella que fuiste.
Doña Eutimia
Si alguien pensó que había probado un mojito, ahora mismo llame a todo el que se lo ha dicho y haga un plan de contingencia: ¡Han dado un mensaje falso! El mojito se debe llamar Eutimia. No sé si el calor, la magia del lugar o las ganas de tomar hicieron que mi paladar perdiera la memoria fotográfica y llamara a la gustativa. En este lugar, ubicado al final de un callejón a pocos pasos de la Plaza de la Catedral, vivía doña Eutimia, quien le cocinaba a los obreros que trabajaban el hierro en el taller de al lado. Apuesto que estos hombres hacían hierro y le daban a los hierros, porque entre los frijoles, la carne mechada y las frituras de malanga no habían macros, pero había fuerza.
El almendrón
Un viaje en el tiempo tiene que tener producción y no puede faltar un paseo en “almendrón” entre las vías del Malecón, y descapotado. Hace que hasta te quieras despeinar.
El Cocinero y La Fábrica de Arte Cubano
¿Qué piensas cuando vas a un lugar y se te olvida tirar una foto? Yo pensé que eso es lo peor que le puede pasar a un adicto al flash, pero en esta ocasión entendí que eso significa desconectarte de todo y solo vivir. Esto me pasó en El Cocinero, un restaurante donde subes por una chimenea gigante, y que originalmente era una fábrica de aceite –por eso su nombre–.
Al salir de ahí, justo al lado vuelves al 2015 y te encuentras con la Fábrica de Arte Cubano, un lugar donde el incomprendido fue a expresarse y da el mejor de los resultados cuando se unen esas fuerzas. En este lugar había una exposición de comics cubanos –en ese momento, yo morí y quise llamar a Mafalda, pero no tenia WiFi–. Un espacio donde hay ambientes de música en vivo, películas, escondites de arte y un bar súper agradable para que no te falte nunca un estímulo para seguir apreciando lo que te rodea.
La Plaza de la Revolución
La política no es lo mío; pregunto pero no averiguo, no me gusta y no lo puedo evitar. Es por esta razón que para mí esta plaza, más que 72 mil metros cuadrados de política, son metros de historia y arte. El monumento de José Martí fue esculpido por Juan José Sicre y justo en frente, si te tiras tu foto, tienes en photobombing al Che y a Camilo Cienfuegos, ambas imágenes hechas en relieve escultórico.
El Hotel Nacional y su Parisien
Si usted piensa que en Roma hay mármol y en Cuba solo hay mojitos, quémese usted mismo y póngase a repetir la clase. Fundado en 1930, el Hotel Nacional hizo que yo inmediatamente quisiera ponerme mi etiqueta tropical, prendiera un habano y tratara de no toser. Dentro del mismo hotel hay un show llamado Parisien, donde por medio del baile, el canto, las plumas, los brillos, las frutas, las hojas de plátano, los guineos, las pestañas y las pelucas te explican los orígenes de la cultura cubana.
La Guarida
Trataré de explicarlo lo mejor que pueda, pero les ruego que cojan un avión aunque sea la ida por la vuelta y vivan esta experiencia. Aquí les cuento: móntense en el carro, anden por las calles estrechas y decadentes de La Habana Vieja. Cuando se desmonten entren por una puerta que está abierta, y si la ven detenidamente, se dan cuenta de que su trabajo más o menos dice “100 años de elaboración y que muchas manos las hicieron”. Cuando entras te das cuenta que en este espacio viven algunas 50 familias, donde cuelgan su ropa para secar, ven televisión, oyen salsa y hablan, o mejor dicho vocean entre ellos. Es en este momento donde te dices: “He venido a comer a una pensión y soy un invitado en una casa de familia”. Luego ves una escalera con un ángel de piedra descocotado, con cada escalón y pasamano en mármol, y entonces dices: “De una así fue que la Princesa Diana se tiró en una de sus crisis nerviosas”. Pues subes y te encuentras con la mejor gastronomía cubana, la que se sirve en La Guarida, un restaurante que convive con estas familias y que ha sido anfitrión de las mas grandes celebridades que han visitado Cuba… y estos dos mortales que han venido a tocar la puerta.
Abres el menú y su introducción es esta:
“El paladar La Guarida abrió sus puertas el 14 de julio de 1996, en un hermoso palacete de principios del siglo XX. En la actualidad constituye un edificio multifamiliar, que ofrece un ambiente único donde se mezclan la rutina diaria de los vecinos con las faenas de un restaurante de lujo. En el año 1993 se filmó en este edificio la mítica película Fresa y Chocolate, el primer y hasta ahora único filme cubano nominado a los premios Oscar y ganador de innumerables distinciones. La historia de amistad entre el homosexual Diego y el joven comunista David marcó un antes y un después en la sociedad cubana, con su gran llamado en contra de la intolerancia. ‘Bienvenido a la Guarida’ le dice Diego a David en la famosa película. ‘Bienvenido a la Guarida’ le decimos nosotros, convencidos de que en nuestra casa podrá descubrir una ciudad en tres tiempos, anclada en la historia, marcadapor su cotidianidad y esperanzada con su futuro.»
No hay más nada que decir.
Varadero
Así como digo que las cosas hay que verlas y también compararlas, Varadero es la playa más emblemática de esta isla, pero ahí me quito el sombrero y digo: “Qué grande eres, República Dominicana”.
Happy Together, Cuba & EEUU
En La Habana respiras arte, pero un arte emblemático por su vejez, lo que hace que al momento de ver cómo lo viejo se une con lo joven, esta interacción te deja dicho que ver una pareja con años de diferencia puede funcionar y hasta tiene su magia. Caminando por la calle Cuba y viendo el numero 513 nos encontramos con una exposición llamada Happy Together, Cuba & EEUU. Ahí ilustradores de ambos países crearon obras con sus personajes animados más emblemáticos –entre ellos, el Gato Félix, Pedro Picapiedra, Snoopy, y Betty Boop–. Esta exposición fue presentada en la Bienal de Cuba, lo que hizo que inmediatamente fuera el souvenir perfecto para nuestro viaje.