Para pendenciero que me busquen: en los pocos viajes que he hecho al supermercado durante esta etapa de distanciamiento social no he podido evitar echar un vistazo rápido a los carritos a mi alrededor. Resumiendo mis hallazgos: he visto mucho conflé y muchos brownies en esas compras. Eso me ha puesto a pensar: ¿Es este el momento de entregarnos a la comida que nos da confort, como son los dulces, o en vez de eso de tratar de mantener la salud por la boca, con una ingesta más concienzuda de macronutrientes?
Decidí hacerle estas preguntas al doctor Jorge García Vincitore, a quien muchos de ustedes ya conocerán por su participación en el cuarto episodio de Sacándole el Jugo. Aparte, ¿hace bien tomar suplementos de vitamina C en estos días? ¿Hay una estrategia nutricional que sea mejor que otra? ¿Es mejor comprar alimentos frescos o irse por los congelados? Aquí comparto sus consejos.
EL EXPERTO: DR. JORGE GARCÍA VINCITORE
Medicina regenerativa y funcional
[1] Entender el rol de las vitaminas C y D
Primero, para desmentir algo que he escuchado mucho en estos días: no hay que volverse locos comprando vitaminas C y D. Hay que entender que ustedes pueden bañarse en esas vitaminas, y si no tenían una deficiencia de base, no les va a ayudar en nada para fines inmunológicos. Quien no tiene suficiente vitamina D necesita suplementar y hasta subir la dosis en esta situación… pero no ayuda en absoluto a quien ya la tiene en niveles normales.
Ahora, una salvedad importante: en estos días que estamos trancados en casa, cogiendo menos sol de lo poco que seguramente ya cogíamos antes por nuestro estilo de vida urbano, y aparte una dieta accidentada en cuanto a la vitamina D, seguramente muchos tenemos deficiencia. Por eso, y sobre todo para quienes no consumen productos de fuente animal, es importante considerar en estos momentos la suplementación con vitamina D3. Ojo: esta es liposoluble, así que es recomendable que la ingieran con comida o alimentos ricos en ácidos grasos, para así mejorar su absorción.
[2] Dar prioridad a la proteína
Los seres humanos no podemos ni producir ni almacenar proteína. Por lo tanto, debemos enfocarnos en tener una ingesta proteica adecuada cada día.
Tenemos que darle prioridad a estrategias que no solo nos lleven a suplir lo que necesitamos desde el punto de vista fisiológico, sino que también reduzcan la cantidad de veces que vayamos al supermercado — porque ahora mismo no hay mejor estrategia contra el COVID-19 que el distanciamiento social —. Así que si bien para unos la solución puede ser tener carne congelada disponible, para otros puede ser consumir un suplemento proteico… que justamente están para suplementar nuestra nutrición y así poder llegar a nuestros requerimientos diarios. La ventaja de estos suplementos es que se conservan por largo tiempo, son costo-eficientes y hay opciones para vegetarianos y veganos. Para los omnívoros recomiendo la New Zealand Whey, que proviene de ganado alimentado con pasto, no lleva hormonas y contiene calostro para robustecer el sistema inmunológico. Para quienes no consumen productos de origen animal recomiendo la marca Designs for Health, que ofrece proteínas muy completas.
Lo importante: cada contenedor da para muchísimos servicios, y con esto se reduce la cantidad de veces que tenemos que ir al supermercado.
[3] Mantener la ingesta de omegas
Hay otros macronutrientes que el cuerpo no puede producir por sí solo, y por lo tanto se hace necesario ingerirlos: los omegas. Nuestros organismos producen grasas, colesterol y triglicéridos, pero no generan ácidos grasos esenciales. Igual que con la proteína, hay una forma sumamente fácil de garantizar el suministro de esos ácidos: de nuevo, con suplementación. En caso de ser omnívoros está el aceite de pescado — aquí también recomiendo la marca Designs for Health, por su calidad — y para los vegetarianos y veganos hay productos hechos con algas que son superiores a los de linaza, dada su facilidad para metabolizarlos.
[4] Reconsiderar la forma de consumir vegetales
Yo tomé una decisión ejecutiva: como mi prioridad es reducir la cantidad de viajes al supermercado, para limitar mi exposición, sacrifiqué mi preferencia por los vegetales frescos y los estoy consumiendo congelados. No me gustan, pero es mejor que nada.
Para aligerarme el trago, los estoy ingiriendo en formato súperbatida: saco del congelador moras o fresas, col rizada, zanahoria, apio y pepino; a esa mezcla le añado espirulina, que es un suplemento maravilloso por sus capacidades anti-inflamatorias, y una cucharada de omega 3.
Con eso estoy resolviendo la necesidad de consumir vitaminas hidrosolubles, porque no hay mejor forma de ingerirlas que a través de las frutas y los vegetales.
[5] Limitar el consumo de azúcar
No es el momento de estar restringiendo a las personas, porque tenemos mucho estrés y con eso incrementan nuestras necesidades calóricas. Por eso ofrezco un camino intermedio: sin volvernos locos con el tema de los hidratos de carbono, mi recomendación es que como mucho un 10 por ciento de lo que consuman en el día corresponda al azúcar.
En vez de eso, les recomiendo ingerir carbohidratos de asimilación lenta, como los cereales y las legumbres, porque eso evita fluctuaciones severas en la glicemia en la sangre, y con esto la cantidad de insulina que produce el páncreas. La ventaja es que así el apetito se mantiene estable y con esto pueden manejar mejor la ansiedad, porque las fluctuaciones muy marcadas aumentan nuestras ganas de comer.
Y de nuevo, por si no les quedó claro: con esto evitamos dar tantos viajes al supermercado y correr el riesgo de exponernos. No hay mejor estrategia médica contra el COVID-19 que quedarse en casa.