Cuando veo esas películas con un protagonista casi matando al otro para que le diga un “te quiero”, o cuando en Instagram casi interdiario me sale esa famosa frase de «No me lo digas: demuéstramelo», me pongo a pensar lo importante que es demostrar genuinamente el cariño. ADVERTENCIA: empecé cursi, pero denme hasta la primera línea del próximo párrafo para que vean si es chicle que mastica el animalito ese.
Resulta que Giovanni Bonarelli, director del Grupo Bona, ideó una Batalla de las Hamburguesas entre diferentes personas, para que crearan su propia receta y estas compitieran entre sí mes tras mes en Mustard’s, uno de los restaurantes del grupo. Durante las conversaciones del proyecto, me pregunté por qué no nos daban la oportunidad de hacer uno a nosotros en Maeno&Co como equipo. Yo estaba claro de que no tenía los miles de seguidores que tienen en redes sociales mucho de los contrincantes… PERO A MÍ ME ENCANTA QUE ME PONGAN UN RETO O QUE ME DIGAN QUE NO, PORQUE AHÍ ES QUE ME ACTIVO.
Como ya es costumbre en Maeno&Co, queríamos romper, vender y que a la gente le gustara.
Pero en este caso no me dijeron que no, pero sí tuve el reto de competir. Nos dieron la oportunidad y, como ya es costumbre en Maeno&Co, queríamos romper, vender y que a la gente le gustara. Mi primera estrategia fue la de saber cuáles características hacen que una hamburguesa en Mustard’s sea exitosa. Tras mis estudios científicos, concluí que las claves del éxito están en tener tocineta, mucha tocineta, no llevar vegetales o cosas que haya que mandar a quitarles si se es de quienes no comen na’ deso, que sea grande y –el secreto mayor– que a la gente le guste tanto que la repita.
De ahí salió The Maeno Issue Burger, que lleva tocineta, una croqueta de queso crema lista para explotar, dos carnes de cuatro onzas cada una, dos tiras de tocineta con miel y peperoncino, queso Muenster y pan con trozos de tocineta incluidos. Juntos lanzamos ese monstruo el pasado primero de septiembre.
Hoy, ya terminado el período de un mes que nos otorgó Mustard’s, me doy cuenta de que yo pensé que era el Chapulín Colorado y que no iban a contar con mi astucia… pero descubrí que el que no iba a contar con la astucia de tanta gente era yo: señores, ¡la gente nos quiere! Personas que nunca pensé que ingerirían alguna vez en sus vidas más calorías de las que tiene una botellita de agua, gente cuyo moño no le iba a permitir entrar por la puerta, gente que se tiene que quitar la corbata para abrir la boca o que tiene que tatuarse el pintalabios para no quedarse sin ese rojo intenso… todos ellos le dieron un ÑAU a la hamburguesa, explotaron la croqueta, y así mismito exploté yo de felicidad al darme cuenta de que aunque no te vocean «¡TE QUIERO!» todos los días, aunque te pidan mil cosas para-de-una-vez o aunque no los veas todos los días, les importas y te quieren apoyar.
Cierro el mes con esta alegría mucho más grande que las ocho onzas de carne de esa hamburguesa. ¿Qué aprendí? Que no se nos puede olvidar dar las gracias, porque aparte de los ingredientes, la campaña y las vallas, detrás de cada mordida está el corazón de seis mil personas. Esas mismas mordidas me hacen agradecer por las oportunidades que me ha dado la vida, y así subirle el fuego al fogón donde se cocinan relaciones, amistades y recuerdos que duran por siempre. ¡SEIS MIL GRACIAS, SEÑORES!