Maenadas

¿Acaso no estamos todos en la peor forma de nuestras vidas? Yo no sé si lo estoy, pero sí puedo asegurar que lo siento. Luego de trece días trancado, nunca me había hecho tanta falta un gimnasio, y aunque muchos me dieron el consejo de comer brócoli en mis días de «no sabor», ese no ha sido el caso ni mío ni el de Will Smith. El 2 de mayo el actor subió una foto diciendo: «Voy a ser honesto con todos ustedes, estoy en la peor forma de mi vida». En ese momento empezó el fenómeno. Una oración sencilla, sin hashtags y sin mentions, posando frente a un árbol de hojas caídas, haciéndole honor a sus pectorales.

Muchos pensarían –yo incluido– que la foto tendría muchas críticas negativas, como: «Aquí viene este, atento a que tienes diez libras de más a decir que está feo. ¡Hay gente muriendo!». Pero no fue así, todo el mundo se identificó con él. Los gimnasios tuvieron cerrados un buen tiempo y después de las escuelas, ha sido una de las industrias que más ha sufrido. El aumento del sedentarismo, lo que yo llamo «de la cama al sofá y del sofá a la cama» fue el cardio de muchos y a eso súmale el pan con guineo y el pan sin guineo. Will le habló a millones de personas que se sentían igual que él y conectó. Pero ¿cuál era su objetivo… simplemente compartir su estado físico? Pues no.

Dos días más tarde subió un boomerang, donde ya sí nos enseñó casi todo. Aquí no había abrigo abierto, sino el esplendor de todo su cuerpo y un pie de foto que decía: «Este es el cuerpo que me ha cargado durante toda una pandemia e incontables días yendo a la cocina. Amo este cuerpo, pero quiero sentirme mejor. ¡Se acabaron los bizcochos de la medianoche… ahora es! Voy a ponerme en la mejor forma de mi vida. Me asocié con YouTube para recuperar mi salud y bienestar. ¡Espero que funcione!». Y aquí, damas y caballeros la razón de todo: un contrato de trabajo para incentivar a otros, pero sigue siendo un contrato. Mientras más libras vaya bajando y las vistas subiendo, más dinero irá entrando a su bolsillo. Pero ojo, esto no tiene nada de malo; al contrario, lo que quiero es aplaudir por la forma magistral en que lo hizo, y darles a ustedes los tres pasos necesarios si quieren unir su realidad con su trabajo. Empecemos:

[1] Planta la semilla

Él no etiquetó a nadie en su primera foto. Es más, él fue directo al grano. Un mensaje claro. La vida es una historia y ahora todos los que tenemos una red social somos los escritores de ellas. Si tienes un nuevo objetivo o propósito, tienes que empezar a hablar de él. No ir de inmediato a decir que ya vas a sacarle dinero al asunto. Si lo haces, inmediatamente pierdes la credibilidad.

[2] Apela al corazón

A los dos días, luego de que el internet explotó y Will tenía a todo el mundo hablando de él, ¡boom!, ¡la noticia! Sacó otra foto, esta vez enseñando mucho más y empezó apelando al agradecimiento. Agradeció a su cuerpo, explicó que lo mantuvo parado toda una pandemia. ¿Para qué? Para que la gente no le diga mal agradecido o que miles de personas no están hoy –fit o no fit— para poder agradecer nada. Luego que conectó, la gente empezó a amar su cuerpo (yo le di besos a mis brazos). Ya que estábamos metidos en la historia… la noticia: «me asocié con YouTube»; al momento de tu leer eso, es exactamente lo que querías: poder seguir conociendo su historia y, es más, hacerla con él.

[3] No todo es sobre ti

Tilda Swinson, en su papelazo de «El Anciano», le dice al Dr. Strange algo que me marcó para siempre, a él y a mí: «No es sobre ti». Cuando entendemos que el mundo no se trata de nosotros, sino de un colectivo, todo hace sentido. Will empezó a compartir imágenes de personas que se inspiraron por su historia, que empezaron a recrear su icónico boomerang e hizo el hashtag #bigwilliechallenge. Aquí el círculo de crear buen contenido se cierra y brilla. Y la serie de YouTube ni siquiera ha empezado.

Vemos muchos talentos, profesionales, influencers, genuinfluencers asociándose con marcas que aman, me consta; pero no crean una historia alrededor de ella. Recuerda que, si ya te decidiste a compartir parte de tu vida en las redes, hazlo para que tu comunidad entienda y conozca las cosas que te gustan. De esa manera sienten que tienen algo en común contigo y ahí empieza la conversación. Soy feliz cuando me etiquetan tomándose un negroni, cuando me mandan un Lego que acaba de salir o mejor aún, cuando ven un artículo que habla de algo que dije en una Maenada. Eso, para mí, es endorfina.

Portada: Giordani García

Maenadas

Comodidad y practicidad. Esas son las cualidades más comunes cuando quieres que te definan los tenis blancos. «Son fundamentales –más que por su comodidad– por el sentido effortless que le da a cualquier estilo», me explica por WhatsApp el estilista Joselo Franjul. Para mí tiene algo más que ver. Esta moda siempre ha estado, pero últimamente hay más hombres con los pies forrados de blanco que diciendo la palabra reinvención. Y de repente me llegó: el 2020 nos dio tan duro, que ahora tenemos que estar listos para salir corriendo –fisica o emocionalmente– de todos los limones que nos tiran, y como no podemos usar patines, ahí están los tenis.

Si vamos a los beneficios, en cuanto a estilismo, son muchos: no existe un mocasín que acaricie tu hallux como estos zapatos y ya es permitido usarlos tanto con una chaqueta, uno jeans o con los tan amados sweatpants (esos que no hemos soltado desde marzo del 2020 y yo particularmente no pienso hacerlo). Son asequibles, porque todas las marcas, ya sea la más Zara o la más Golden Goose, tienen un diseño para ti. Y Esquire nos dio la mejor razón para tener unos: «no se ensucian, porque tienes que estar distanciado dos metros de las personas». ¿A que no habían pensado en eso? Yo tampoco.

Cada día los hombres están más estilosos y no los aplauden lo suficiente. Para que las cosas se mantengan, hay que piropearlas, destacarlas y celebrarlas. Así que abrí mi feed de Instagram y me puse a buscar aquellos que tienen su estilo propio, desde el más clásico hasta el más rebelde; pero todos creativos. Les pregunté a qué le quieren salir corriendo y aquí sus respuestas. Te hago la misma pregunta a ti y no tiene que ser con tenis blancos.

[1] Luis Eduardo Sánchez y Ernesto Geara

Luis y Ernesto son los propietarios de Canvas Design & Media, una agencia de diseño gráfico y redes sociales. Ellos son el papel y la tinta de sus proyectos: Luis enamora los clientes con una carta de amor y Ernesto la diseña. Son los mejores embajadores de su marca, nada más tienen que ver sus cuentas personales de Instagram.

«Le quiero salir corriendo a los grupos de WhatsApp. No por las actualizaciones de su política de privacidad, pero por la combinación de solicitudes express, mensajes de voz de más de dos minutos y los siete mil mensajes que recibo cada vez que me separo del celular por más de una hora». Me escribe Luis Eduardo y me puedo dar cuenta, aunque no oigo el tono, que un estrellón de puerta sería el cierre perfecto para esta declaración. «Cada día la detesto más. En vez de mejorar “la comunicación”, poco a poco la ha ido desvirtuando». Aquí me imagino una explosión de su iPhone, en rebeldía por su comentario.

Ernesto parece que me tiene intervenido el cerebro y ha dicho que «hay que dejar de usar la palabra “reinventarse”. La hemos leído y escuchado mucho, la hemos puesto en práctica. ¡Hay que darle un pequeño break!». ¿Pequeño? Hay que darle un sabático.

[2] Carlos Romero

Cocinar es su mejor cardio, su gran maratón ha sido ser sous chef  del restaurante Maraca. Aunque solo tenía tres meses inaugurado cuando llegó la innombrable, este cocinero se ha encargado de mantenerse vigente y compartir por sus redes recetas fáciles y no tan fáciles (a cada rato veo una cabeza de un animal que no entiendo como lo va a cocinar, pero lo termina logrando).

Me dijo en un mensaje de voz que le quiere salir corriendo a la negatividad y a las malas vibras. Yo levanté la mano mientras lo iba escuchando. «Estoy claro que el mundo se fue para m*erda, pero ahora lo que podemos hacer es buscarle la vuelta y tratar de resolver el problema. No podemos hacer más nada que no sea tirar pa’lante».

[3] Freddy Jana

Sus ideas no necesitan calzado, solo lápiz y papel. Es el vicepresidente creativo de Ogilvy República Dominicana y responsable de campañas que mueven toda esta media isla. Él es lo máximo. Le quiere salir corriendo a todo lo que no servía del viejo normal, ¿qué será eso? «Quiero aprovechar para repensar el mundo, poder reconstruirlo conscientemente, más unido y de una forma mucho más holística y sostenible». Freddy, haz un plan y apúntame. Empecemos a recolectar firmas.

[4] Dante Luna

Su sentido del humor iguala su talento. Tiene su propia firma de arquitectura (me encanta cómo maneja sus redes) y ha demostrado ser de esos artistas que le busca la vuelta a las cosas. Fue el encargado de las decenas de remodelaciones de Ilumel y todo sin tumbar edificios, simplemente conectándolos. Creo que podemos hacer una competencia de Legos; él me ganaría.

«Le quiero salir huyendo a los delivery en vía contraria, a las guaguas, a los carros públicos». Si fuera él, yo no hablara mucho de la última, ahorita lo amenazan con fusiles. También me dijo que a los que no quieran vacunarse, a la gente mala onda (Carlos, él y yo podemos tomarnos un café) y concluyó que lo que quiere es salir huyendo en un avión. Bueno, que se ponga en fila.

[5] Gamal Haché

«Al 2020» su declaración fue muy clara y la cumplió, le salió corriendo al 2020 y no es para menos. Su área de negocios ha sido la más afectada: los conciertos y restaurantes, pero aún así sabemos que los de alante no van lejos, si los de atrás corren bien. Todos sus restaurantes siguen siendo líderes en el mercado y estoy claro que sus conciertos volverán; sus fotos con Bad Bunny lo demuestran.

En mi caso, físicamente no hay forma de salirle corriendo a nada ahora mismo (para los que no saben, me rompí la tibia y estoy en proceso de recuperación y terapia), pero sí le quiero salir corriendo a aquellos que, para sobrevivir, quieren pisar al otro. Vemos tantas personas con talento usándolo para hacer daño y criticar. Usemos nuestros pies para subir escalones sin importar quienes van delante. El que pisa con maldad, termina siempre con más lodo. Siempre.

Adidas vio mi publicación de empoderamiento lisiado y me envió unos Haiwee, que ellos califican como «amortiguación y estabilidad». Puedo decirles que han cumplido su promesa y mi único problema es que hay uno más sucio que otro.

Portada: Giordani García

Maenadas

Yo hace mucho que dejé la soltería, pero yo compararía una licitación con el proceso de encontrarse con la pareja de sus sueños, mostrarle todo lo que eres y lo que puede ser la relación juntos, y que esa persona los rebote. Y miren: si fuera un rechazo con guantes y delicadeza, uno se diría que la vida es así. Sin embargo, el problema es que muchas veces, después de haber entregado tanto, esos clientes potenciales que hacen licitaciones nos rechazan con un e-mail genérico, si no es que nos ghostean.

Ojalá y esos gerentes de mercadeo y de compras entendieran la importancia de hacer licitaciones con un poquito más de cariño para todas las partes involucradas.

Un 40 por ciento de los eventos y activaciones que realizamos en Maeno&Co vienen por licitación… pero licitar me genera un problema emocional. En la agencia somos 20 personas con corazón y cerebro, y cuando invertimos tanto tiempo y esfuerzo creativo en presentar nuestra capacidad, sin retroalimentación alguna, eso baja la moral del equipo. Eso duele, y mucho.

Muchas veces se trata porque el personal de mercadeo ya tiene su agencia elegida, pero si son una multinacional que debe seguir regulaciones globales, hacen una licitación y meten dos agencias más para cumplir requisitos, haciéndoles perder su tiempo. Es una real cogida de mojiganga.

Pero eso es cuando se trata de un cliente potencial. Cuando se trata de un cliente ya existente, a veces no se nos informa que estamos haciendo una propuesta como parte de una licitación. Sería mucho más amable poder informarnos de esa circunstancia, por incómodo que sea comunicarlo.

No los dejo en el aire para que se hagan una novela en su cabeza — porque somos humanos y nos encanta el drama —

Todas estas experiencias licitando me han enseñado dos cosas. Primero, que uno tiene que saber para lo que uno da: hay algunos eventos que requieren un tipo de producción que nosotros no trabajamos, o mi estilo no va acorde al producto o servicio que se está promoviendo. Yo antes aplicaba, pero he aprendido a declinarlas. Y ahora viene lo segundo: Lo más importante de mi declinación es que siempre contacto al cliente potencial para explicarle exactamente por qué en este tipo particular de licitaciones Maeno&Co no puede competir. No los dejo en el aire para que se hagan una novela en su cabeza — porque somos humanos y nos encanta el drama —. Es dejar claro que no estoy declinando porque me creo la gran vaina, sino que humildemente reconozco mis limitaciones profesionales actuales.

Entonces yo les pediría lo mismo a las personas que están del otro lado. No manden un e-mail seco y formulaico que diga “Estimado suplidor, en esta ocasión hemos decidido no utilizar sus servicios. Atentamente, el gerente”. En vez de eso, traten de sacar cinco minutos y escribir qué hizo bien ese suplidor y qué pudo haber hecho mejor. Expliquen la razón por la cual la agencia ganadora se llevó ese contrato, ya sea algo de capacidad técnica o presupuesto, y compartan algún tipo de consejo para cualquier licitación futura. Eso, créanme, no toma más de 10 líneas. Recuerden que nosotros los suplidores ponemos todo de nuestra parte para sus licitaciones. Pedirle un poco de ustedes a cambio no es demasiado; sencillamente, es de humanos.

Con esto no estoy diciendo que en Maeno&Co no estamos dispuestos a hacer licitaciones — lo contrario, porque tomamos cada una como un reto y una oportunidad de aprendizaje —. Lo que sí estoy diciendo es que, la próxima vez, no nos dejen con el corazón partío… al menos mándennos esas 10 líneas para llenar de primaveras este enero.

Maenadas

«Los niños hablan cuando las gallinas mean». Esa era una frase muy común en las juntaderas familiares de los noventa… por lo menos en las mías. No las critico, somos especies de repetir patrones y no me cabe la menor duda que esa frase ha estado tatuada en familias por siglos. ¿En qué momento dejamos de ser niños y podemos hablar? Yo hoy me siento más niño que hace 20 años; tengo mucho más miedo y la verdad no tengo la menor idea de lo que estoy haciendo. Estamos viviendo en un mundo donde todo es válido, y cuando todo lo es, es mucho más difícil para nosotros elegir, discernir. Es más cómodo no entender lo que es malo o bueno, sino seguir a los que deciden qué lo es. Esos casi nunca tienen la razón. Y en ese momento –niños o adultos– debemos hablar.

Abrí un debate en Instagram donde preguntaba qué creían sobre la portada de Harry Styles en la edición de Vogue de diciembre. Él sale con un vestido, algo que no me sorprende –desde que él inició su carrera como solista ha sabido llevar un collar de perlas a lo Jackie O y transparencias mejor que JLo–. Lo sorprendente aquí fue el escenario: Vogue nunca había sacado un hombre con dicho estilismo y mucho menos solo; siempre había unas largas piernas femeninas en la ecuación.

 

View this post on Instagram

A post shared by Vogue (@voguemagazine)

Entre todos los comentarios que recibí, los cuales fueron todos positivos (me confirmó que vivo en una burbuja, me hubiera encantado ver otros puntos de vista del por qué no están de acuerdo). Vi uno que fue el mismo comentario de Ramón Emilio, mi pareja, cuando vio la portada. «Lo que no me gusta es que parece que él lo está haciendo porque está de moda y se está montando en esa ola para ser más amado, más popular», me dijo en el estudio mientras veíamos Seinfeld. «Los hombres tienen tiempo vistiéndose de mujer: Prince, Kurt Cobain, Freddie Mercury. Es más, a Bad Bunny se lo creo más». Esto puede ser cierto, no conozco a Harry –me encantaría–, pero lo que veo es cómo el mercadeo o lo que algunos piensan que es una mentira, ha dado cabida a que otros vivan su verdad.

lo que veo es cómo el mercadeo o lo que algunos piensan que es una mentira, ha dado cabida a que otros vivan su verdad.

 

View this post on Instagram

 

A post shared by Vogue (@voguemagazine)

Abrir esta conversación me expuso a historias y opiniones, donde me demuestra que hay que usar plataformas mainstreams –me refiero a Vogue– para tocar estos temas, porque no todos tienen la fuerza de hablar «cuando las gallinas mean». Aquí mis tres aprendizajes para que seamos más hombres:

[1] Tu profesión no la hace tu ropa.

Siempre he pensado que uno debe vestirse para proyectar su personalidad, no esconderla. Si pasaremos más tiempo estilizando nuestro cerebro, este escrito no sería necesario. El ejemplo de Harry Styles es un extremo de la conversación, pero hay acciones pequeñas, esas que muchos pasan por alto y otros critican. Tenemos un presidente que no usa corbata, un canciller que usa chacabana y hasta camisilla. ¿Eso los hace más o menos inteligentes?

[2] A veces necesitamos que nos salven.

Ahora más que nunca la salud mental se está viendo afectada. Muchos no tenemos los mismos ingresos que antes. La gente está hostil, habla mal, se desespera. La inteligencia emocional está de vacaciones. ¿Cuántas familias no dependen del hombre para que pague las escuelas, la comida, las medicinas? Muchos viven con esa presión, no tienen con quién hablar, con quién explotar, y al explotar digo rajarse a dar gritos, tirarse en el suelo o simplemente no hacer nada. Doy gracias diariamente de vivir una vida donde, de vez en cuando, me recuesto para que me salven: que decidan qué pedir de cena, que vayan al súper, que paguen la tarjeta este mes. Aprobemos el trabajo en equipo. Cuando vas en calle de doble vía, le ves la cara al de al lado, en cambio de siempre estar detrás o delante.

[3] Seamos todos más Elsa.

Señores, let it go. No estamos en este mundo para que el otro sea como tú quieres que sea. No crucifiquemos a los diferentes. El que es genuinamente feliz, lo único que quiere es ser feliz contigo. Eso no es sinónimo de que para serlo nos tiene que gustar lo mismo. Si tu hijo quiere ser Elsa, permíteselo. Que se lo prohíbas ahora, no quiere decir que no lo haga cuando pueda. No hay que ser psicólogo ni padre para saber eso.

@shalynnelson

My husband and my son dancing in the kitchen tonight. It made me want to freeze time. ❤️ #imnotcryingyouare #fyp #foryoupage #feelgood #frozen #family

♬ original sound – shalynnelson

Yo no creo que me ponga un vestido en un futuro cercano y con más razón para que todos entendamos que esto no se trata de una falda –o de mis canillas heredadas–. Esto es de saber respetar al que quiera hacerlo, aplaudir el que se atreve a ser diferente y entender otra frase noventosa famosa en mi casa: «Cada dedo de tu mano es diferente, pero están todos unidos». Seamos respetuosos de cada dedo, porque todos venimos del mismo sitio y cada uno tiene una razón de ser en esto que llamamos mundo.

Fotografías: Tyler Mitchell

maeno gomez casanova
Maenadas

Para decirlo en pocas palabras: la covidianidad me ha llevado a pensar en un modelo de negocio modificado para Maeno&Co. Ya que no tendremos eventos masivos por un buen tiempo —y ese renglón representaba la mitad del trabajo de la agencia— ahora estamos trabajando con una estructura más pequeña y una visión renovada de la comunicación.

¿De donde vino esta decisión? Los momentos difíciles hacen que saquemos lo mejor de nosotros mismos. Por eso, en los cuatro meses de aislamiento, contra todo pronóstico, la agencia logró sobrevivir. Aun con un equipo reducido logramos inventar, innovar y crear nuevos formatos de comunicación covidiana. Nos sentimos optimistas y con ganas renovadas de sorprender a nuestros clientes y al público dominicano. Subimos nuestra rentabilidad y nos convertimos en una máquina mucho más flexible. Y algo me decía que, en estas circunstancias, en ese modelo estaba nuestro futuro.

Pero yo necesitaba saber si esa nueva estructura podía dar frutos financieros a largo plazo. Mi cerebro creativo está desarrollado, pero mis habilidades para los numeritos son otra cosa. Yo quería saber cómo se transformaría la agencia a mediano plazo. ¿Cómo yo podía comprobar y cuantificar, con recibos y tablitas de Excel mágicas, lo que me estaba diciendo la intuición? Ahí decidí recurrir a mi arma secreta: ya que Maeno&Co no tiene CFO, pedí un director financiero prestado. Ahí entró el Money Coach Félix Rosa.

Félix ya me había ayudado bastante con mis finanzas personales, pero su fuerte real está en brindar consultorías a pequeñas y medianas empresas. Por ejemplo, el primer consejo que me dio durante la consultoría fue no cerrar la empresa. Yo no lo sabía, pero sale más caro comenzar una estructura desde cero que sostener una empresa en medio de una crisis. En otras palabras: valía la pena luchar por Maeno&Co. De nuestras sesiones salió tanta información valiosa que creo que estos datos no aplican exclusivamente a mi agencia, sino también a muchos negocios de un tamaño similar. Y como ya ustedes saben que me gusta compartir mis pequeños descubrimientos, aquí van las tres grandes lecciones que aprendí del Money Coach en este proceso de repensarme la estructura y el modelo de mi negocio en un mundo covidiano.

money coach felix rosa maeno gomez casanova

[1] No siempre es más barato mudarse a un local más pequeño

Maeno&Co está actualmente en una nave industrial, donde pagamos varios miles de dólares de alquiler mensual. Lo primero que pensé fue que como éramos solo la mitad del personal nos podíamos mudar a un espacio de co-working, para recortar gastos. Félix me preguntó: “¿Estás seguro de que sale más barato?”. Me explicó que no había tomado en cuenta la inversión inicial en remozamiento y mobiliario de varios millones de pesos que hicimos al trasladarnos ahí hace dos años, y que todavía nos faltaban unos tres años para poder “consumir” esa inversión, calculando el paso de la depreciación de esos bienes. O sea: que si nos íbamos ahora, iba a estar dejando varios millones de pesos ahí tirados. Al dividir eso entre los meses que estábamos “desperdiciando” y sumado al alquiler en un espacio de co-working, vino la sorpresa: salía muchísimo más caro irnos.

Muchas veces los propietarios de un negocio nos vamos por lo que pensamos es algo obvio, y no nos ponemos en manos de especialistas que nos puedan sacar los numeritos minuciosamente y nos muestren la realidad. Yo que tengo unos lentes fondo-de-botella con todo los aumentos del mundo, Félix me los aumentó todavía más: seguramente así es que se le abre el pecho a un negocio, con ese tipo de cálculos erróneos.

Aparte, me quedé pensando: el holgado espacio que tenemos nos permitiría ser muy ágiles en la creación de nuevos servicios especializados con alta demanda en estos tiempos. Así que, por el mismo precio, ese local nos puede representar en el futuro próximo un potencial de ingresos mayor.

[2] Hay que cuantificar la paz y la felicidad

Vamos a estar claros: Maeno&Co es la agencia que puso Maeno para fajarse y así tener los fondos para poder cumplir sus metas personales. ¿Bien? Entonces, basado en mis finanzas personales puedo poner los límites y las proyecciones de la empresa, para yo saber cuánto es que la empresa tiene que darme para yo ser feliz con lo que hice. Lo fácil y lo difícil de este proceso es que uno tiene que ser egoísta. ¿Por qué? Porque este tipo de negocios es un colmado: bajo esta fórmula, depende y dependerá de mí.

Nosotros los mileniales hemos visto lo destructivo que puede ser el solo buscar enriquecimiento financiero sin equilibrarlo con enriquecimiento emocional

Así que, aparte de asignarle un monto anual a mi felicidad financiera, Félix me pidió hacer otro ejercicio: asignarle un monto a mi paz. Eso significa que tengo que estar dispuesto a ganar menos si quiero poder estar sin dar un teclazo los fines de semana, si quiero poder llegar a la oficina a las nueve en vez de las ocho, si quiero poder tomarme un mes sabático para irme al extranjero. Así que él hizo una regla de tres, metió ahí el monto de mi felicidad y el monto a debitar por concepto de paz, y me explicó cuál es mi meta para tener ambas.

Estos dos montos son muy personales. Yo, de hecho, creo que varían según la generación: la que nos precede quiere ganar dinero a toda costa; nosotros los mileniales hemos visto lo destructivo que puede ser el solo buscar enriquecimiento financiero sin equilibrarlo con enriquecimiento emocional. Hay gente mayor que me dice que soy un tonto por tener como meta poder tomarme dos viernes libres al mes; me dicen que me rendí, que debería enfocarme en ganar todo cuanto sea posible. Pero yo estoy luchando con esos demonios internos y estoy intentando desaprender esa sed de querer añadir ceros al final de mi cuenta bancaria.

A mí me ha inspirado mucho escuchar lo que está haciendo Ámsterdam con su economía dona: ellos dicen que nadie debe estar en el hueco de la dona ni fuera de la masa. El hueco es la pobreza, con gente sin hogar ni comida; fuera de la masa está todo lo que sea medioambientalmente negativo. Ellos buscan no crecer más allá de un rango fijo de masa, porque si crecen más, con eso le echan leña al fuego del cambio climático. En mi caso, el hueco de la dona es la quiebra, la masa es mi monto de felicidad financiera y todo lo que está fuera de la dona es lo que me quita paz por demandar tanto de mí. Como me explicó el Money Coach: “El negocio tiene que satisfacerte a ti como propietario, porque si no, no hiciste negocio —solo te construiste una cárcel bien bonita—.”

Por eso, Félix me calculó varios escenarios: uno pesimista y uno optimista, según esta nueva estructura que estaba intuyendo. Increíblemente, ambos apuntaban hacia un buen balance entre paz y felicidad. Así que, si bien Félix es mi CFO prestado, yo diría que también es mi CHO —Chief Happiness Officer—.

[3] Más grande no quiere decir más eficiente

Félix me contó sobre la mentalidad que adoptaron las empresas estadounidenses entre los 70s y los 2000s: una visión “grow or die”, buscando multiplicar el tamaño de cada empresa en poco tiempo. Pero me explicó que hoy se dieron cuenta de que una empresa más grande no es necesariamente más eficiente. Si uno no crece organizado, está ampliando la estructura pero no los márgenes. Así que me conectó las finanzas con la gerencia: me dejó de tarea recalcular los procesos internos de la agencia, para buscar huecos y solucionarlos. Por eso les decía que me había sorprendido ver cuánto aumentó la rentabilidad con una estructura reducida: mejoró nuestra comunicación interna y logramos entregar proyectos de altísima calidad en tiempos récord, trabajando de forma unida con nuestros clientes a pesar de la distancia. Tuve que tomar una decisión difícil de reducir el personal, y creo que hasta he sufrido más con esa decisión que con todo lo que me angustié al principio. Pero mi meta ahora va a ser seguir mirando hacia adelante y tratar de seguir replicando esa experiencia de productividad.

Entonces, ¿significa que Maeno&Co va a tomar menos clientes o que va a ofrecer menos servicios? No: significa que ahora estamos eficientizando nuestros servicios y nuestros procesos para poder ofrecer mucho más a nuestros clientes. Vamos a inventar más, a explorar más, a innovar más —y todo con un toque muy nuestro, muy humano, muy personalizado—. La empresa siempre se ha autodenominado como una agencia boutique, y nuestro ADN no ha cambiado. De hecho, se ha fortalecido.

Por eso me alegro de poder tomar estas decisiones con certeza. Yo alquilé el cerebro financiero de Félix por dos meses, para poder analizar esta situación no con desesperación ni falsas esperanzas, sino con la tranquilidad que brindan los números. En estos momentos de incertidumbre, cualquier decisión errada puede tener un efecto dominó sobre la salud de una pequeña o mediana empresa. Por eso, mi intuición creativa sabe que no hay mejor acompañante que alguien que le pueda poner números a lo que uno está sintiendo. Ojalá muchos de ustedes, que seguramente también están pasando por procesos similares, tengan la oportunidad de hacer una introspección financiera similar.

Maenadas

Voy a ser muy sincero: como una gran parte de los servicios de Maeno&Co está relacionada al acto de reunir gente en eventos, el coronavirus se ha comido una gran parte de nuestra actividad. Pero yo sé que estoy en la profesión que tengo que estar, porque aun en situaciones negativas como esta mi cerebro solito salta con soluciones inesperadas.

¿Cómo así? Miren el caso de nuestros clientes de La Bodega de Manuel González Cuesta. Ellos habían contratado un grupo de influenciadores para promover sus vinos y destilados, y nuestra idea inicial había sido realizar un gran evento de bienvenida para ellos en las nuevas instalaciones —sí, esa construcción interesante que está en la Gustavo Mejía Ricart a mano derecha, poco antes de llegar a la Lope de Vega—. Pero por ahí vino Miss Rona y, obviamente, tuvimos que cancelar esos planes.

¿Significa eso que nos íbamos a quedar sin evento? No, porque el martes 7 de abril no podía dormir, y en medio de mis alucinaciones a las dos de la mañana me llegó a la cabeza la solución. Ahí mismo solté un bombazo de e-mail explicándole la idea al equipo de La Bodega. Les sugerí que ese evento de bienvenida había que hacerlo virtual, a través de Zoom, con todos los componentes de un evento normal: buena comida, buena bebida, una lista selecta de invitados, información exclusiva, toques de belleza y un ambiente ameno para conocer nuevas personas, divertirse y hasta crear conexiones. No sabía si iba a funcionar, pero mi intuición me decía que había que intentarlo.

Este viernes 24 de abril, gracias a la confianza de José Manuel, Michelle, Camila, Mimi, Aneley, Daniela y su equipo, pudimos ver el increíble resultado: el evento de bienvenida, llamado A casa llena, fue un exitazo. Pero, ¿cómo fue que logramos hacer un evento con toda la esencia de Maeno&Co en medio del confinamiento por coronavirus? Aquí les comparto mis aprendizajes.

Buena comida

Nos encanta ir a eventos a probar platos nuevos o a degustar la propuesta de un buen chef, ¿verdad? Pues aquí no iba a ser diferente: buscamos que un chef desarrollara una receta fácil de hacer, pero que sorprendiera en la boca y que llevara el ADN español de La Bodega. ¿Por qué fácil de hacer? Porque cada participante iba a hacerla en su casa, gracias a un kit que les enviamos con las instrucciones y todos los ingredientes. La idea era evitar que salieran de sus hogares para comprar la comida, pero que todos tuvieran la misma experiencia al comer.

Por eso funcionó tan bien la pasta ibérica del chef Carlos Romero, que aparte de tomates, pimentón y albahaca llevaba jamón ibérico Cinco Jotas y aceite de oliva Aubocassa —ambos productos de altísima calidad exclusivos de La Bodega—.

Buena bebida

Ya con la receta seleccionada, la sommelier senior de La Bodega nos recomendó un tinto adecuado para maridar: el Sela, de Bodegas Roda, una casa ubicada en La Rioja. Esta botella combina tempranillo y graciano, y tiene una crianza de 12 meses en barricas de roble francés. ¿Por qué esta selección? Porque va excelente con la grasa del jamón ibérico —de hecho, conversando con ella nos enteramos de que es de los pocos tintos que van bien con sushi, pues sus taninos finos armonizan con la grasa del pescado de piel plateada, como el atún—.

Cada invitado entonces recibió sus botellas de Sela en el kit, junto con dos botellas de agua San Benedetto sin gas y con gas, para limpiar el paladar.

Una lista selecta de invitados

Los influenciadores de La Bodega forman una cuadra muy variada: tenemos desde macrofiguras como Luz García y Carlos Durán hasta microinfuenciadores de apenas 20 años. Fue una selección muy estudiada y consciente de parte del equipo de La Bodega, y por eso todos tienen un denominador común: son personas interesantes que están interesadas en llenar su vida de buenos momentos con buen vino. En total, entre influenciadores y miembros de los equipos de La Bodega y Maeno&Co, éramos 36 asistentes.

Ahora, lo que no sabía es: por temas de intereses y edad, ¿iba a funcionar una reunión de personas dispares, que muchos no se conocían entre sí? Sigan leyendo para que se enteren.

Información exclusiva

Muchas veces vamos a eventos para enterarnos en primicia de una exclusiva, o para obtener información de primera mano. ¿Cómo íbamos a replicar eso aquí? Bueno, logramos un presente fantástico de parte del director general de Bodegas Roda, Agustín Santolaya, quien nos envió un vídeo hermosísimo para el evento. De hecho, su vídeo fue el inicio oficial del evento: con un carisma que nos dejó a todos una sonrisa en la cara, grabado con un paisaje rural de fondo, nos contó sobre sus viajes a República Dominicana, sobre cómo el nombre de Sela vino de una interesante decisión de mercadeo pero también de una pasión por la pesca en un río islandés, y sobre la arquitectura ancestral que rodea el campo de olivos mallorquín de donde sale el aceite Aubocassa. Se sintió como tener un invitado especial exclusivamente para nosotros —y de hecho, así mismo fue—.

Ahí entonces comenzamos a comer, para luego disfrutar de las palabras de bienvenida del equipo de La Bodega.

Los toques de belleza

Señores, esa noche salieron las vajillas y las servilletas monogramadas a bailar. Qué lindo fue ver las mesas de todos vestidas con elegancia, igual que las vemos cuando vamos a eventos. Aparte, varias de las participantes se dieron sus tires para la ocasión. De hecho, a varias les pidieron modelar la pinta una y otra vez, porque estaban preciosas. Muchas hasta se pusieron un maquillaje especial, y otras —no voy a mencionar nombres, pero rima con Nonena Tierrrr— hasta tenían su iluminación a la medida para lucir impecables en cámara.

Ahí fue que me di cuenta de qué tanto nos hacía falta a todos poder disfrutar de la belleza en la decoración, de poder vestirnos bonito, de ver y ser vistos. Jamás voy a volver a tomar eso por sentado. Ahora entiendo que eso es parte de la importancia de interactuar, de inspirarnos y de simplemente subirnos el ánimo.

Un ambiente ameno

Entre tanta gente feliz por poder compartir con un grupo grande, lo buena que estaba esa pasta, el lubricante social que es un buen vino y el deseo acumulado de cherchar, terminamos el evento casi a la medianoche. Yo no les puedo decir con palabras lo increíble que fue ese junte, aun a distancia. Ahí había gente haciendo chistes, enseñando a los perros, dando consejos de supermercados y hasta fregando en cámara —no voy a mencionar nombres, pero rima con Nonena Tierrrr—. Qué recuerdo tan bonito.

¿Por qué funcionó tan bien?

[+] Porque consultamos con nuestros productores de vídeo para realizar un tutorial para aumentar la calidad de grabación de las cámaras, y lo compartimos con los asistentes
[+] Porque enviamos un instructivo detallado sobre cómo usar Zoom correctamente con 36 personas, para que no nos habláramos encima de los demás
[+] Porque incluimos un elemento participativo y didáctico en el proceso, y está demostrado que esos componentes hacen que la gente se involucre y aprecie más lo que está haciendo
[+] Porque pusimos las cosas fáciles para poder cocinar de forma estandarizada y que todos tuviéramos la experiencia de “compartir” la misma comida
[+] Porque pusimos la protección sanitaria de nuestros invitados por encima de todo
[+] Porque tuvimos un cliente excelente que confió en hacer esta prueba primero que todo el mundo en República Dominicana, sin esperar a que otros confirmaran si se podía hacer
[+] Porque somos dominicanos y la chercha está en nuestro ADN, ya sea en persona, por Zoom, por Facetime, por señales de humo o por donde sea que volvamos a hacer (muy próximamente) eventos como este