Para decirlo en pocas palabras: la covidianidad me ha llevado a pensar en un modelo de negocio modificado para Maeno&Co. Ya que no tendremos eventos masivos por un buen tiempo —y ese renglón representaba la mitad del trabajo de la agencia— ahora estamos trabajando con una estructura más pequeña y una visión renovada de la comunicación.
¿De donde vino esta decisión? Los momentos difíciles hacen que saquemos lo mejor de nosotros mismos. Por eso, en los cuatro meses de aislamiento, contra todo pronóstico, la agencia logró sobrevivir. Aun con un equipo reducido logramos inventar, innovar y crear nuevos formatos de comunicación covidiana. Nos sentimos optimistas y con ganas renovadas de sorprender a nuestros clientes y al público dominicano. Subimos nuestra rentabilidad y nos convertimos en una máquina mucho más flexible. Y algo me decía que, en estas circunstancias, en ese modelo estaba nuestro futuro.
Pero yo necesitaba saber si esa nueva estructura podía dar frutos financieros a largo plazo. Mi cerebro creativo está desarrollado, pero mis habilidades para los numeritos son otra cosa. Yo quería saber cómo se transformaría la agencia a mediano plazo. ¿Cómo yo podía comprobar y cuantificar, con recibos y tablitas de Excel mágicas, lo que me estaba diciendo la intuición? Ahí decidí recurrir a mi arma secreta: ya que Maeno&Co no tiene CFO, pedí un director financiero prestado. Ahí entró el Money Coach Félix Rosa.
Félix ya me había ayudado bastante con mis finanzas personales, pero su fuerte real está en brindar consultorías a pequeñas y medianas empresas. Por ejemplo, el primer consejo que me dio durante la consultoría fue no cerrar la empresa. Yo no lo sabía, pero sale más caro comenzar una estructura desde cero que sostener una empresa en medio de una crisis. En otras palabras: valía la pena luchar por Maeno&Co. De nuestras sesiones salió tanta información valiosa que creo que estos datos no aplican exclusivamente a mi agencia, sino también a muchos negocios de un tamaño similar. Y como ya ustedes saben que me gusta compartir mis pequeños descubrimientos, aquí van las tres grandes lecciones que aprendí del Money Coach en este proceso de repensarme la estructura y el modelo de mi negocio en un mundo covidiano.
[1] No siempre es más barato mudarse a un local más pequeño
Maeno&Co está actualmente en una nave industrial, donde pagamos varios miles de dólares de alquiler mensual. Lo primero que pensé fue que como éramos solo la mitad del personal nos podíamos mudar a un espacio de co-working, para recortar gastos. Félix me preguntó: “¿Estás seguro de que sale más barato?”. Me explicó que no había tomado en cuenta la inversión inicial en remozamiento y mobiliario de varios millones de pesos que hicimos al trasladarnos ahí hace dos años, y que todavía nos faltaban unos tres años para poder “consumir” esa inversión, calculando el paso de la depreciación de esos bienes. O sea: que si nos íbamos ahora, iba a estar dejando varios millones de pesos ahí tirados. Al dividir eso entre los meses que estábamos “desperdiciando” y sumado al alquiler en un espacio de co-working, vino la sorpresa: salía muchísimo más caro irnos.
Muchas veces los propietarios de un negocio nos vamos por lo que pensamos es algo obvio, y no nos ponemos en manos de especialistas que nos puedan sacar los numeritos minuciosamente y nos muestren la realidad. Yo que tengo unos lentes fondo-de-botella con todo los aumentos del mundo, Félix me los aumentó todavía más: seguramente así es que se le abre el pecho a un negocio, con ese tipo de cálculos erróneos.
Aparte, me quedé pensando: el holgado espacio que tenemos nos permitiría ser muy ágiles en la creación de nuevos servicios especializados con alta demanda en estos tiempos. Así que, por el mismo precio, ese local nos puede representar en el futuro próximo un potencial de ingresos mayor.
[2] Hay que cuantificar la paz y la felicidad
Vamos a estar claros: Maeno&Co es la agencia que puso Maeno para fajarse y así tener los fondos para poder cumplir sus metas personales. ¿Bien? Entonces, basado en mis finanzas personales puedo poner los límites y las proyecciones de la empresa, para yo saber cuánto es que la empresa tiene que darme para yo ser feliz con lo que hice. Lo fácil y lo difícil de este proceso es que uno tiene que ser egoísta. ¿Por qué? Porque este tipo de negocios es un colmado: bajo esta fórmula, depende y dependerá de mí.
Nosotros los mileniales hemos visto lo destructivo que puede ser el solo buscar enriquecimiento financiero sin equilibrarlo con enriquecimiento emocional
Así que, aparte de asignarle un monto anual a mi felicidad financiera, Félix me pidió hacer otro ejercicio: asignarle un monto a mi paz. Eso significa que tengo que estar dispuesto a ganar menos si quiero poder estar sin dar un teclazo los fines de semana, si quiero poder llegar a la oficina a las nueve en vez de las ocho, si quiero poder tomarme un mes sabático para irme al extranjero. Así que él hizo una regla de tres, metió ahí el monto de mi felicidad y el monto a debitar por concepto de paz, y me explicó cuál es mi meta para tener ambas.
Estos dos montos son muy personales. Yo, de hecho, creo que varían según la generación: la que nos precede quiere ganar dinero a toda costa; nosotros los mileniales hemos visto lo destructivo que puede ser el solo buscar enriquecimiento financiero sin equilibrarlo con enriquecimiento emocional. Hay gente mayor que me dice que soy un tonto por tener como meta poder tomarme dos viernes libres al mes; me dicen que me rendí, que debería enfocarme en ganar todo cuanto sea posible. Pero yo estoy luchando con esos demonios internos y estoy intentando desaprender esa sed de querer añadir ceros al final de mi cuenta bancaria.
A mí me ha inspirado mucho escuchar lo que está haciendo Ámsterdam con su economía dona: ellos dicen que nadie debe estar en el hueco de la dona ni fuera de la masa. El hueco es la pobreza, con gente sin hogar ni comida; fuera de la masa está todo lo que sea medioambientalmente negativo. Ellos buscan no crecer más allá de un rango fijo de masa, porque si crecen más, con eso le echan leña al fuego del cambio climático. En mi caso, el hueco de la dona es la quiebra, la masa es mi monto de felicidad financiera y todo lo que está fuera de la dona es lo que me quita paz por demandar tanto de mí. Como me explicó el Money Coach: “El negocio tiene que satisfacerte a ti como propietario, porque si no, no hiciste negocio —solo te construiste una cárcel bien bonita—.”
Por eso, Félix me calculó varios escenarios: uno pesimista y uno optimista, según esta nueva estructura que estaba intuyendo. Increíblemente, ambos apuntaban hacia un buen balance entre paz y felicidad. Así que, si bien Félix es mi CFO prestado, yo diría que también es mi CHO —Chief Happiness Officer—.
[3] Más grande no quiere decir más eficiente
Félix me contó sobre la mentalidad que adoptaron las empresas estadounidenses entre los 70s y los 2000s: una visión “grow or die”, buscando multiplicar el tamaño de cada empresa en poco tiempo. Pero me explicó que hoy se dieron cuenta de que una empresa más grande no es necesariamente más eficiente. Si uno no crece organizado, está ampliando la estructura pero no los márgenes. Así que me conectó las finanzas con la gerencia: me dejó de tarea recalcular los procesos internos de la agencia, para buscar huecos y solucionarlos. Por eso les decía que me había sorprendido ver cuánto aumentó la rentabilidad con una estructura reducida: mejoró nuestra comunicación interna y logramos entregar proyectos de altísima calidad en tiempos récord, trabajando de forma unida con nuestros clientes a pesar de la distancia. Tuve que tomar una decisión difícil de reducir el personal, y creo que hasta he sufrido más con esa decisión que con todo lo que me angustié al principio. Pero mi meta ahora va a ser seguir mirando hacia adelante y tratar de seguir replicando esa experiencia de productividad.
Entonces, ¿significa que Maeno&Co va a tomar menos clientes o que va a ofrecer menos servicios? No: significa que ahora estamos eficientizando nuestros servicios y nuestros procesos para poder ofrecer mucho más a nuestros clientes. Vamos a inventar más, a explorar más, a innovar más —y todo con un toque muy nuestro, muy humano, muy personalizado—. La empresa siempre se ha autodenominado como una agencia boutique, y nuestro ADN no ha cambiado. De hecho, se ha fortalecido.
Por eso me alegro de poder tomar estas decisiones con certeza. Yo alquilé el cerebro financiero de Félix por dos meses, para poder analizar esta situación no con desesperación ni falsas esperanzas, sino con la tranquilidad que brindan los números. En estos momentos de incertidumbre, cualquier decisión errada puede tener un efecto dominó sobre la salud de una pequeña o mediana empresa. Por eso, mi intuición creativa sabe que no hay mejor acompañante que alguien que le pueda poner números a lo que uno está sintiendo. Ojalá muchos de ustedes, que seguramente también están pasando por procesos similares, tengan la oportunidad de hacer una introspección financiera similar.